El hueco

Dos vueltas a mi cabeza a las tres de la mañana: todo sigue allí. La mierda. Porque nunca digo lo que tengo que decir en el momento justo y con la contundencia que se alborota cuando me siento aquí al frente a esta pantalla. A las tres de la mañana todo fluye y escribo cinco cartas de renuncia. Todo fluye. Honesto, diáfano, la rabia contenida se desata y las razones que se me olvidaron y que hubiesen sido la estocada final para dejarlos a todos viendo un chispero, ahí sí acuden presurosas en mi auxilio.
La decisión, claro, ya está: así como están planteadas las cosas no hay chance que me quede. No me levanto un día más de mi puerca vida para venir a esta oficina que queda tan lejos, en un sector tan horroroso, a ver a esta partida de pusilánimes y tontos, y ambiciosos y babosos. No, que sigan viviendo sus viditas de mierda solitos porque yo ya me mamé. Si partida de hijos de puta: me mame de ustedes. De su falta de seriedad, de su liviandad, de su personalidad variable y miedosita, de la carencia de orden, de estrategia, de ganas… No te soporto a ti, estúpida del otro lado del cubículo, con tus chistes flojos, tus preguntas estúpidas (“¿Qué es el DANE?”), tus cancioncitas de emisora juvenil, tus atuenditos estrambóticos, y tu aire de gran señora casada. Y a ti, jefecita de los números, con esa manera tan tuya de cagarla siempre, de dejar que pase el tiempo para todo como te pasaron los años para amar alguien y no terminar sola y aburrida, siendo una triste caricatura de lo que vendes y de lo que muestras. Ah y claro, usted, señor. El que no espera ni siquiera que uno le voltee la espalda del todo para terminar jugando con uno a su guerrita de egos con el jefe que usted sabe no es capaz de ser. Todos, todos ustedes, no me despiertan sino repugnancia, desconfianza y una jartera insondable. Y ese jefe, ese jefe que debería llamarse veleta o pelota de caucho.
Estar a su lado, mis queridos hijos de puta, es como vivir en un hueco. En una cárcel de babas. Tantas babas, que me abruma si quiera pensar en que se podría hacer con ellas. Tal vez dejarlas diluir, como me diluyo yo aquí, a su lado, siendo presa de esta manera de llevar la vida hacia ninguna parte. No direction home.
Paso más tiempo en medio de ustedes y sus babas y sus volteretas que con mi familia, mis perros, mi gente. Qué desperdicio. Tantos buenos libros, tantas buenas películas, tantos partidos de la Champions, tantas drogas, tantos tragos que pierdo por estar sentado aquí contemplando como mi vida se hace cada día más insoportable. Si me pidieran escribir la historia de mi peor pesadilla ustedes serían el reparto seguro, pedacitosdemierda.
Ya que no me puedo largar de aquí para siempre –para ver como se las arreglan- al menos escribo esta declaración donde dejo constancia que todos ustedes, pedacitosdemierda, me parecen prescindibles y me saben a lo que son: pura mierda.

Entrelíneas
- Qué la foto la tome de Getty Images porque no tengo ganas ni de tomar fotos.
- Qué la banda sonora fueron los pedactosdemierda cantando "gasolina... "
- Qué gracias a ustedes. Ustedes saben quiénes. Gracias.
- Y que igual la invitación al cumpleaños sigue en pie. Más detalles ahí abajito.