20070113

Una bomba de tiempo

Escribo esto desde Cartagena de Indias. La capital alterna de Colombia durante estos días de vacaciones. Capital alterna porque aquí vienen a descansar todos los miembros de la oligarquía colombiana y sus payasos: actrices, cantantes, escritores, artistas, modelitos, prepagos... Entonces uno en cualquier esquina ve a Cabas y en la otra le da la mano a uno el nefasto Ernesto Samper. O se topa en el lobi del hotel con Ana Catalina Torres y en la Plaza de Santo Domingo le toca en la mesa de al lado al terrible Fabio Echeverri Correa.
Y ve uno muchas cosas en Cartagena. De las buenas y de las malas. Buenas como una plaza abarrotada de gente oyendo música clásica a eso de las 11 de la noche. O malas como que los dueños de los costosos restaurantes del centro histórico se crean los dueños del espacio público y la policía en vez de proteger a la ciudadanía del abusivo, se planten al frente del restaurante cual porteros, alejando a la chusma fétida que amenaza con invadir el lugar.
Pero si hay algo en Cartagena más visible que en cualquier otro lado del país es el contraste entre la opulencia de una minoría cada vez más minoría y la miseria de casi todos los demás. Ese contraste parece ser obviado por todos los que vienen a la ciudad en vacaciones –yo vine a trabajar, por si las dudas- gracias a la eficiente labor de la policía en estrujar a los pobre lejos de allí. Entonces uno ve a la policía turística arriando a los miserables que vienen a recoger las sobras de las mesas de los extranjeros y colombianos que se pueden dar el lujo de pagar los precios de esos restaurantes por toda la ciudad. Pero ninguno se le planta a uno de esos monachos bonitos cuando mete su explorer en contravía o cuando cuadra el mercedez en medio de una plaza mientras se toma una de Buchanan. A ellos nadie les dice nada.
Recuerda entonces uno que el merito que se auto elogia este gobierno es el de permitir que la gente pueda viajar y disfrutar de temporadas de descanso en algún lugar del país. Pero viendo uno ya como es la cosa en la práctica cae en la cuenta de que este gobierno no promueve una seguridad democrática sino una seguridad privada. Y es por eso que la policía y el ejército están al servicio unos de los ricos y los otros de los gringos. Y que todas las maravillas que dice haber producido ese ejercicio de gobierno no son más que una farsa para perpetuar los privilegios de unos a costa de la miseria de otros. Si parece un lugar común o una inquina injustificada. Pero es así. Y cuando los ricos bogotanos vuelven a sus casas en la sabana o a sus apartamentos en los cerros orientales, los negros pobres y pobres a secas se quedan aquí en una ciudad que toma un cariz fantasmal. Se pregunta uno, entonces, de qué viven el resto del año esa cantidad exorbitante y creciente de miserables.
Así que la cara bella de ciudad moderna, integrada y cosmopolita da paso inexorablemente a la de una vieja ajada y pobrísima, con un montón de muchachitos hambrientos. Y si eso pasa en la Cartagena, lugar al que todos los que toman las decisiones van al menos una vez al año, y les sigue importando un pito, cómo porqué se van a preocupar por los indígenas que se mueren de hambre expulsados por la guerra allá lejos, en el Putumayo.

3 Comments:

At 5:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

en esta mierda de pais la distincion de clases es cada vez peor. no me imagino cartagena con sus ricanchocitos bebiendo whisky y los pobres viviendo en la miseria.
seguridad democratica?

saludos buen post

 
At 12:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Y eso es poco. La cotidianidad de la ciudad que se esconde es triste y pauperrima. El Cgenero promedio ni va al Hay Festival, ni al festival de Musica clásica, ni al de Cine, ni mucho menos a Ultramar, eso ni siquiera existe para la ciudad que solo se interesa por sobrevivir. Solamente genera interes la ciudad antigua con una vista grandiosa, estoy por pensar que ese tipo de eventos los traen a la ciudad con el fin de incentivar el turismo, de encontrar una excusa para escaparse de las grandes ciudades, actividades que solo benefician a unos pocos. En los medios disque promovian como Alcalde a un recien liberado, cuando en la ciudad adolorida solo se escuchan lamentos contra quienes como este personaje la han desangrado. Cgena es una ciudad violenta, en las actuaciones de la gente para existir un resentimiento terrible, porque nadie puede vivir tranquilo mientras que el bus que lo lleva a su miserable rancho de la Boquilla con 5.000 pesos en el bolsillo que se consiguió ese dia para sobrevivir pase frente a los Morros, sitio donde lo que vale tu vida no te alcanzaría ni para pisarlo un segundo. Tan hermosa, tan usada, tan bandida ... como una puta triste que se viste de noche y usa maquillaje barato, para entregarse al placer del mejor postor, para llorar en la mañana por su desgraciada vida ...

 
At 11:51 a. m., Blogger Juan Felipe Chamorro said...

Muy cierto, y también muy triste. Eso es Cartagena...

 

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